“El Espíritu Eterno”, novela de la profesora Elena Jiménez Pérez, está inspirada en la época de la posguerra española, en plena II Guerra Mundial cuyo contexto social abarca a las personas exiliadas por dicha guerra.
Se centra en la vida de una joven muchacha de rasgos llamativos llamada Marina. De pelo pelirrojo y rizado, ojos profundos y cuerpo esbelto, un tanto quijotesca. Marina es obligada a abandonar su tierra natal (Málaga) por la Guerra de su País tomando como destino París, la ciudad de la Belleza, de los grandes artistas para su exilio. Artistas como Picasso o Manuel de Falla, entre otros.
Es en París donde se ve envuelta en una trama continua, de la cual podemos destacar tanto trágicos sucesos como una historia de amor-odio un tanto morbosa. Me refiero a trágicos sucesos por la infinidad de personas que fallecen en la guerra trágicamente, personas cercanas a ella; y a una historia de amor-odio debido a la relación que mantiene con un militar Naci, forzosa al principio pero satisfactoria al final. Dicha relación surge de una obsesión por parte del militar de aquella muchacha que le dejo embaucado mientras paseaba por las calles de París. Esta obsesión llevó al militar a raptarla y mantenerla secuestrada. Varios sucesos influyeron para que estos dos personajes acabaran haciendo de esa relación tan forzosa, una, en la cual, los dos fueran los únicos puntos de apoyo respectivamente. Mientras tanto, Marina tuvo diversas oportunidades para escapar, enfrentarse con otros nacis, etc.
Es la relación con el militar naci lo que hace que se vea envuelta en uno de los mayores secretos nunca contados de la historia; la traducción de los Textos Sagrados de la Iglesia, es a lo que el General Kenen se dedica con devoción, y de esta manera, poder resolver unos de los mayores misterios de la vida. Esto provocará que Marina llegue a convertirse en algo más que una renombrada pianista.
